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El enfoque sistémico de la prestación de servicios de salud

Última editado: February 25, 2011

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  • En tanto que el modelo ecológico destaca la importancia de un enfoque que abarque toda la sociedad para comprender y abordar los factores de riesgo vinculados con la violencia contra las mujeres y las niñas, y el marco multisectorial destaca las responsabilidades dentro de los sectores clave y en todos estos para prevenir y abordar la violencia, el enfoque sistémico trata directamente de las responsabilidades en todas las organizaciones pertinentes que prestan servicios con objeto de establecer servicios eficaces, eficientes y éticos.
  • Este enfoque se centra en el fomento de los recursos y las competencias en toda la organización, no solo en la capacitación de los proveedores de servicios (Heise, 1999, citado en Bott y otros, 2004; Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), 2006). Los elementos principales de un enfoque sistémico pueden ser, entre otros, los siguientes: 

El cuadro siguiente es una adaptación de Fortaleciendo la respuesta del sector de la salud a la violencia basada en género. Manual de referencia para profesionales de salud en países en desarrollo (Bott y otros, 2004)

Elemento principal

Por qué es importante este elemento

Fortalecer el compromiso institucional de abordar la violencia de género

El compromiso general de una institución puede ejercer una poderosa influencia en la cultura profesional de las organizaciones de atención de la salud. Idealmente, el personal directivo superior debería reconocer la violencia de género como un problema de salud pública y una violación de los derechos humanos, y apoyar las iniciativas para mejorar la respuesta del servicio de salud a la violencia. El entorno laboral debería promover el respeto de todo el personal, en particular de las mujeres y los subordinados, y demostrar un compromiso con la no violencia y una política que prohíba el acoso sexual en el lugar de trabajo.

Colaborar con otra organización que aborda activamente el problema de la violencia de género

Abordar el problema de la violencia de género exige la acción multidisciplinaria. Habida cuenta de que una organización sola tal vez no pueda adoptar todas las medidas necesarias, o financiarlas, las instituciones deben colaborar para evaluar la situación existente y decidir qué pieza del rompecabezas asumirá cada una. La incapacidad para adoptar todas las medidas necesarias debería ser un factor de motivación para colaborar, y no una justificación para no ocuparse de la cuestión.

Fortalecer la privacidad y confidencialidad de todas las mujeres que requieren servicios por medio de mejoras de la infraestructura y políticas clínicas

La privacidad y la confidencialidad son indispensables para la seguridad de la mujer en todo entorno de cuidado de la salud. Violar la confidencialidad acerca del embarazo, el estado respecto del VIH y otras cuestiones tal vez ponga a las mujeres y niñas involuntariamente en riesgo de violencia futura. Además, las mujeres necesitan privacidad y confidencialidad para revelar la violencia de género sin temor a represalias. Los programas deben asegurar que lo que se dice en los consultorios no se escuchará desde fuera, que los procedimientos clínicos no exigen a las mujeres compartir información personal en zonas públicas, como la recepción, y que las políticas determinen cuándo y dónde los proveedores de servicios de salud pueden hablar sobre información personal de sus pacientes.

Mejorar la comprensión de los trabajadores de la salud y de los encargados de hacer cumplir la ley acerca de las leyes y políticas nacionales relativas a la violencia contra la mujer y el sector de la salud

Tanto los administradores como los proveedores de servicios de salud deben conocer las leyes relativas a la violencia de género, en particular qué constituye un delito, cómo preservar las pruebas forenses, cómo denunciar la violencia, en qué casos pueden las mujeres obtener órdenes de protección y cómo hacerlo, qué deben hacer las mujeres si desean separarse de un cónyuge violento, y qué obligaciones jurídicas tienen los proveedores de servicios de salud cuando detectan casos de abuso sexual contra menores. Este conocimiento permite a los trabajadores de salud impartir información exacta a las supervivientes y garantizar la recopilación de pruebas forenses (cuando ello procede). A su vez, este conocimiento puede mitigar las preocupaciones de los proveedores de servicios acerca de su intervención en las actuaciones judiciales.

Mejorar los conocimientos, actitudes y competencias de los proveedores de servicios mediante su sensibilización y formación

Todos los proveedores de servicios de salud para mujeres deben estar preparados para responder a revelaciones de violencia de género con compasión y conocimientos. Aun si los proveedores no preguntan acerca de la violencia, tal vez las mujeres revelen sus experiencias voluntariamente. Los proveedores que responden inadecuadamente podrían causar un grave daño emocional o no impartir los cuidados médicos necesarios. Asimismo, desatender la posibilidad de que las mujeres vivan en situación de violencia podría determinar que los proveedores no asesoraran eficazmente a las mujeres acerca de la anticoncepción, la prevención del VIH, o no trataran afecciones como las  infecciones de transmisión sexual (ITS) recurrentes. Todas las instituciones deben decidir cuánta capacitación pueden permitirse suministrar. Como mínimo, el personal debe comprender la epidemiología de la violencia de género y las necesidades de las supervivientes. Las organizaciones también deberían ofrecer apoyo emocional a los proveedores que trabajan en el ámbito de la violencia.

Fortalecer las redes de remisión y facilitar el acceso de las supervivientes a otros servicios

Habida cuenta de que es difícil que una sola organización responda a todas las necesidades de las supervivientes, los programas de salud deberían investigar los servicios sociales y jurídicos locales, recopilar esta información para los proveedores de salud y establecer redes de remisión para facilitar el acceso de las supervivientes. Además, las organizaciones pueden considerar la posibilidad de prestar servicios internos, incluidas intervenciones de bajo costo como grupos de apoyo para mujeres y niñas, que las supervivientes consideran importantes. Las redes y alianzas también permiten al sector de la salud participar en el debate normativo más amplio aumentando la conciencia acerca de la violencia contra la mujer como un problema de salud pública.

Elaborar o mejorar las políticas y los protocolos institucionales escritos sobre el cuidado de mujeres que han sido objeto de violencia

Los programas de salud deberían contar con protocolos escritos para el personal en los que se detalle la forma de preguntar acerca de la violencia, atender a las mujeres y las niñas que revelan actos de violencia y remitir a las mujeres y niñas a servicios especializados (por ejemplo, véase Warshaw y Ganley, 1998; Bott y otros, 2004). Las políticas claras presentadas por escrito pueden reducir el riesgo de que las pacientes sufran daños a causa de actitudes negativas del personal, especialmente si se elaboran con la participación de proveedores y administradores de primera línea. Aunque ya existen numerosos prototipos, estas políticas funcionan mejor si se adaptan al contexto particular de las organizaciones.

Velar por la provisión de servicios y suministros de urgencia

Las mujeres que son objeto de violencia tal vez necesiten servicios y suministros de urgencia, incluidos primeros auxilios, profilaxis de ITS (en algunos casos profilaxis del VIH), exámenes forenses, anticoncepción de emergencia (en los casos en que el acceso cuenta con el apoyo del gobierno), y otros. Los programas de salud deben tener los suministros necesarios y enseñar a los proveedores a utilizarlos.

Garantizar/mejorar los materiales didácticos disponibles para los destinatarios sobre temas relacionados con la violencia de género

La exhibición y distribución de carteles, folletos y/o tarjetas sobre la violencia de género puede ser un medio importante de indicar el compromiso de la organización con la lucha contra la violencia, así como una forma de aumentar la conciencia acerca del problema, educar a los destinatarios e informar a las mujeres de sus derechos jurídicos y adónde deben recurrir si necesitan ayuda.

Fortalecer los registros médicos y los sistemas de información que permiten al personal documentar y vigilar los casos de violencia de género

Los sistemas de información desempeñan un papel importante en la respuesta a la violencia de género. Documentar la información sobre la violencia en los registros médicos puede ser una forma valiosa de garantizar que los registros médicos de mujeres estén completos y en algunos casos aporten pruebas para actuaciones judiciales futuras. Para que la seguridad y el bienestar de las mujeres estén protegidos, los registros deben almacenarse en un lugar seguro. Los sistemas de información también son importantes para la vigilancia de la labor de las organizaciones en el ámbito de la violencia de género. Las organizaciones que se ocupan de servicios de atención de la salud pueden reunir estadísticas de los servicios sobre el número de mujeres identificadas como víctimas de la violencia que contribuyan a determinar la demanda de servicios.

Garantizar la vigilancia y evaluación adecuada relacionada con la violencia de género

Vigilar y evaluar la calidad de la atención es otra forma fundamental de garantizar que los servicios de salud respondan a la violencia adecuadamente. A nivel de gestión, los administradores deberían recibir información permanente de los proveedores para detectar los problemas y las formas de mejorar los servicios. Las aportaciones de las mujeres que han experimentado violencia pueden ser decisivas para perfeccionar el diseño de los servicios de salud. Los programas también deberían documentar las consecuencias imprevistas.

Extraído de USAID, 2006, Addressing Gender-Based Violence through USAID’s Health Programs: A Guide for Health Sector Program Officers (Abordar la violencia de género por medio de los programas de salud de USAID: Guía para funcionarios de programas del sector de la salud). Washington, DC, págs. 26 y 27, y adaptado de Bott, S., Guedes, A., Claramunt, C. y Guezmes, A., 2004, Fortaleciendo la respuesta del sector de la salud a la violencia basada en género. Manual de referencia para profesionales de salud en países en desarrollo. Nueva York: Federación Internacional de Planificación de la Familia, Región del hemisferio occidental. Disponible en español e inglés.

 

Estudio de casos: Iniciativa regional para abordar la respuesta a la violencia de género de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (Región del hemisferio occidental)

Tras la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994, la Federación Internacional de Planificación de la Familia (Región del hemisferio occidental) adoptó medidas para ayudar a las asociaciones miembros a  incorporar una nueva visión de la salud sexual y reproductiva y mejorar la calidad de los programas de prestación de servicios mediante la incorporación de una perspectiva de género. En este contexto, la Federación impartió capacitación y realizó evaluaciones centradas en el género para sensibilizar al personal de las asociaciones. Durante este proceso, los clientes y proveedores mencionaron reiteradamente la violencia física y sexual como una cuestión a la que merecía prestarse atención. Esto se tradujo en la Iniciativa regional para abordar la violencia de género que ejecutaron cuatro asociaciones miembros en América Latina, a saber: Profamilia (República Dominicana), el Instituto Peruano de Paternidad Responsable (INPPARES) del Perú y la Asociación Civil de Planificación Familiar (PLAFAM) de la República Bolivariana de Venezuela, con cierta participación de la Sociedad Civil del Bienestar Familiar (BEMFAM) del Brasil. La iniciativa, que ejemplifica el enfoque sistémico, incluyó los cuatro componentes siguientes:

1) Mejorar la capacidad de los programas de prestación de servicios de salud sexual y reproductiva para atender a mujeres víctimas de la violencia;

2) Aumentar la conciencia acerca de la violencia contra la mujer como un problema de salud pública y una violación de los derechos humanos;

3) Promover mejores leyes y la aplicación de la legislación relativa a la violencia de género; y

4) Incrementar los conocimientos acerca de intervenciones eficaces en materia de salud en el ámbito de la violencia de género. 

 

El primer objetivo, fortalecer la respuesta de los servicios de salud, incluye un amplio conjunto de reformas en todas las organizaciones. Esto se llevó a cabo de diversas formas. En algunas asociaciones afiliadas, los servicios ya existían (como las dependencias de apoyo emocional), pero se fortalecieron mediante la capacitación y la aplicación de políticas institucionales. En otros casos, las asociaciones afiliadas tuvieron que contratar personal calificado para prestar la asistencia necesaria. En algunos lugares, las asociaciones miembros de la Federación Internacional de Planificación de la Familia establecieron alianzas con ONG existentes a las que pudieron remitir mujeres para que recibieran servicios especializados, como en la República Dominicana, en que se remitió a mujeres a dos ONG (según la ciudad de residencia) que les prestaron asesoramiento jurídico. Para garantizar una evaluación en profundidad de la iniciativa, los servicios participantes elaboraron  estudios de referencia, de mediano plazo y de seguimiento utilizando indicadores e instrumentos normalizados, así como sistemas para reunir estadísticas de los servicios sobre los niveles de  selección, las tasas de detección, las remisiones y los servicios especializados. Todas las asociaciones documentaron los estudios de casos de servicios experimentales y el personal de la oficina regional supervisó la labor de las asociaciones mediante visitas al terreno y entrevistas informales con los proveedores, administradores y clientes.  La iniciativa estuvo financiada por la Comisión Europea y la Fundación Bill y Melinda Gates. La Fundación Ford y la Fundación MacArthur suministraron ayuda adicional (extraído de: Guedes, 2004).

Véase información adicional y acceso a las conclusiones de la evaluación en inglés.

 

Véanse las herramientas producidas en virtud de la iniciativa:

 

Herramientas para Proveedores Trabajando con Víctimas de Violencia Basada en Género: Este conjunto de herramientas ayuda a los proveedores de servicios de salud a detectar la violencia de género, la reunión de datos y la vigilancia y evaluación. Disponible en:  

Fortaleciendo la respuesta del sector de la salud a la violencia basada en género: Producido en colaboración con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la campaña Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres, este manual suministra herramientas y directrices para los administradores de atención de la salud a fin de que mejoren su respuesta de salud a la violencia contra  la mujer en entornos de países en desarrollo. Incluye herramientas prácticas para determinar las actitudes de los proveedores a la violencia de género y la calidad de la atención, y definiciones y responsabilidades jurídicas. El manual se basa en las experiencias de la iniciativa de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (Región del hemisferio occidental) para integrar los servicios parea las víctimas de violencia de género en los programas de salud sexual y reproductiva. 

¡Basta! Las Mujeres Dicen No a la Violencia: Este vídeo tiene por objeto constituirse en una herramienta de sensibilización general sobre la cuestión de la violencia basada en el género, suministrando definiciones clave y abordando algunos de los mitos más comunes acerca de la violencia de género.

¡Basta! El Sector Salud Combate la Violencia contra la Mujer: Este vídeo de capacitación para proveedores de servicios de salud y otros agentes en condiciones de ayudar a las mujeres que viven en situaciones de violencia, considera la cuestión de la violencia contra la mujer una violación de los derechos humanos y un problema de salud pública.