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Última editado: December 24, 2013

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  • Los programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) procuran contribuir a la paz sostenible y al desarrollo a largo plazo al convertir a los excombatientes que han desempeñado cargos relacionados con el conflicto en miembros activos de la sociedad mediante la prestación de servicios, la capacitación y la concesión de oportunidades para desarrollar medios de vida (Consejo de la Unión Europea y Comisión Europea, 2006).
  • Sin embargo, los programas de DDR no siempre han tenido debidamente en cuenta las cuestiones de género. En particular, las mujeres excombatientes y las mujeres vinculadas a las fuerzas armadas pueden tener dificultades para acceder a servicios de DDR porque no se considera que representen un riesgo para la seguridad o por determinadas normas restrictivas (p. ej., la regla de “prohibido el acceso al personal no armado”) que excluyen a las mujeres que no han realizado funciones de combatientes, sino que han sido cocineras o esclavas sexuales (Specht, 2006). Es posible que otras mujeres duden en utilizar programas de DDR debido al estigma social y al miedo a ser discriminadas. Por ejemplo, las mujeres combatientes son a menudo definidas como “no femeninas” y las mujeres que han tenido hijos como consecuencia de una violación se enfrentan al rechazo social cuando buscan apoyo. Además, muchos programas de DDR están diseñados exclusivamente para los hombres y no tienen en cuenta las necesidades de género ni los problemas de seguridad de las mujeres, de modo que persiste el riesgo de que sigan sufriendo violencias sexuales en las zonas de acantonamiento donde tiene lugar la desmovilización (Specht, 2006).
  • Ahora bien, sin la ayuda de los servicios de DDR, las mujeres vinculadas a fuerzas armadas corren el riesgo de quedar aún más marginadas y excluidas de las comunidades y de los mecanismos de apoyo social (PNUD, 2011). Al tener pocas habilidades para mantenerse a sí mismas, es probable que las mujeres anteriormente vinculadas a fuerzas armadas recurran a la prostitución y a relaciones de explotación sexual en un intento por sobrevivir (Consejo de la Unión Europea y Comisión Europea, 2006).
  • Además, la incapacidad de los programas de DDR para comprender los retos sociales particulares a los que se enfrentan los hombres excombatientes podría contribuir involuntariamente a la violencia contra las mujeres. Los hombres excombatientes a menudo se reintegran en comunidades donde las normas sociales y los roles de género han experimentado cambios a consecuencia del conflicto. Algunos pueden llegar a sufrir una “crisis de masculinidad” al ver desaparecer su condición de soldado o combatiente (donde la masculinidad está muy relacionada con la violencia). Podrían responder a esta crisis con una mayor violencia contra las mujeres y las niñas (Consejo de la Unión Europea y Comisión Europea, 2006). Cuando los excombatientes son enviados a sus comunidades sin apoyo psicosocial alguno, sin una definición clara de sus funciones y sin aptitudes para el trabajo que les ayude a reintegrarse, las comunidades suelen experimentar un incremento de los índices de alcoholismo, consumo de drogas y violencia contra las mujeres (Steinberg, 2007).
  • La resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad “alienta a todos los que participen en la planificación para el desarme, la desmovilización y la reintegración a que tengan presentes las necesidades distintas de los excombatientes según sean del género femenino o masculino y tengan en cuenta las necesidades de sus familiares a cargo.” Ante los riesgos que esto supone para las mujeres de la comunidad y las mujeres vinculadas a fuerzas armadas durante el proceso de DDR, es fundamental integrar la cuestión del género en cada aspecto de dicho proceso. A continuación se ofrecen pautas y recomendaciones clave para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas a través de programas de DDR sensibles al género.