En línea con un enfoque centrado en la sobreviviente, la seguridad debe ser uno de los principales objetivos de cualquier refugio o espacio seguro. El alojamiento y los servicios deben estar diseñados para promover la seguridad inmediata, y el bienestar físico y emocional de las sobrevivientes y su seguridad física, legal y socioeconómica a largo plazo. Esto las puede ayudar a sobreponerse de las múltiples consecuencias de la violencia y avanzar en la reconstrucción de sus vidas, y asistir a las mujeres y niñas en riesgo de abuso a prevenir totalmente la violencia en el futuro (Secretario General de las Naciones Unidas, 2006a.b).
Las medidas de seguridad y protección deben considerarse en la planificación y diseño de las instalaciones y servicios del refugio así como en las actividades de incidencia política y acercamiento comunitario.
Las sobrevivientes pueden ser vulnerables a la violencia en el futuro, desde ser acechadas por un ex o actual pareja abusiva, hasta intentos de represalia por parte de familiares por solicitar asistencia externa, debido a percepciones de “honor”; o ser perseguida por una red de crimen organizado, como sucede en los casos de trata de personas o explotación sexual. Las mujeres que huyen de relaciones abusivas pueden correr riesgo de feminicidio, especialmente en casos donde se presentan patrones específicos de abuso (es decir, antecedentes de comportamiento violento, violencia sexual, estrangulación, acecho, y amenaza de asesinato) y circunstancias (por ej. desempleo, juicios por la custodia de los hijos de la pareja, tenencia de un arma de fuego u otra arma letal). La gravedad potencial y la naturaleza de estos riesgos ponen en relieve la importancia de realizar una evaluación exhaustiva de los riesgos y la planificación de la seguridad, y de respetar principios éticos, incluido mantener el anonimato y las mujeres y la confidencialidad.