Deben protegerse las vidas de todos los participantes en la campaña, incluido el público que asiste a los actos de la campaña. No debe exponerse a las personas a riesgos innecesarios. En algunos contextos, por ejemplo cuando la movilidad de las mujeres está seriamente restringida y sujeta a medidas punitivas de la comunidad, las campañas en favor de los derechos de la mujer podrían hacer frente a una oposición potencialmente violenta. No obstante, aun en entornos considerados seguros, la organización de campañas puede causar daños, por ejemplo las supervivientes de la VCM podrían padecer estrés psicológico extremo si se les recuerda la experiencia traumática sufrida.
Los riesgos vinculados con la campaña, tanto internos como externos, deben determinarse y analizarse con los participantes en la campaña. Deben elaborarse planes explícitos para reducir los riesgos y para mitigar y abordar eficazmente cualquier incidente, con todos los miembros del equipo de la campaña y con el conocimiento de estos. Además, a medida que las campañas se desarrollan en entornos complejos, a menudo imprevisibles, el plan de gestión del riesgo debe vigilarse y ajustarse si el contexto cambia. Estos cambios pueden ser repentinos y drásticos, por ejemplo un desplazamiento masivo causado por un desastre natural o por el hombre, o más graduales, como cuando surgen movimientos políticos que se oponen a la igualdad de género. Es importante que todos los participantes en la campaña compartan la responsabilidad de la gestión del riesgo. Debe empoderarse a los participantes en la campaña para que compartan toda preocupación sobre riesgos nuevos, o que se estén agravando, con el equipo de gestión de la campaña. Según la gravedad de la nueva situación, podría ser necesario cancelar algunas actividades de la campaña o suspenderla por completo. Véase Análisis del riesgo para consejos sobre la determinación y evaluación del riesgo en las campañas.
Debe empoderarse a los participantes en las campañas para determinar si deberían asumir riesgos sobre la base de sus propias decisiones fundamentadas. Deben tener la libertad de decidir si participan o no en una actividad de la campaña, y de cancelar o interrumpir su actividad si se sienten inseguros. Esto es especialmente importante en el caso de campañas dirigidas por partes poderosas externas al proceso, como organizaciones no gubernamentales (ONG) o donantes internacionales, que tal vez no tengan conciencia plena de los riesgos que afrontan los particulares o grupos locales que asumen una posición pública contra la VCM.
Las campañas que se realizan en una situación de conflicto armado (por ejemplo las campañas para poner fin al abuso sexual en los campamentos de refugiados) deberían respetar los principios de “no dañar” del desarrollo y la asistencia humanitaria en situaciones de conflicto, que pueden transponerse fácilmente a las actividades de campaña. Basados en un análisis de los diferentes factores que probablemente profundicen o aplaquen una crisis, los principios de “no dañar” indican las medidas que limitan los riesgos y prestan apoyo a una resolución pacífica del conflicto.
Si desea más información, véase el proyecto No dañar (en inglés) y el blog No dañar (en inglés) que contiene relatos, fotografías y vídeos de lecciones y actividades de proyectos.
Las campañas sobre la VCM tienden a incrementar la demanda de apoyo directo para las supervivientes de la VCM, ya que las mujeres que no se han atrevido a denunciar su experiencia de VCM podrían sentirse alentadas a obtener apoyo. Por consiguiente, es fundamental que las campañas, en particular las que se centran en la concienciación, no se inicien a menos que las supervivientes y otros miembros de la comunidad tengan acceso a los servicios mínimos (de salud, protección y jurídicos) o a remisiones para obtener el apoyo que puedan necesitar. En muchos casos, las actividades de extensión o promoción podrían inducir a una mujer o niña a revelar por primera vez los abusos sufridos, y debería ponerse rápidamente a disposición de ellas orientación y atención inmediatas, de conformidad con las normas éticas.
Si no se dispone de servicios, o estos son insuficientes, podría ser conveniente comenzar con proyectos o campañas de promoción destinados al establecimiento de organizaciones de apoyo a las supervivientes de VCM. Otra opción sería reconfigurar la campaña para hacer un llamamiento a la justicia y abordar las desigualdades con que se enfrentan las mujeres y las niñas en sus vidas cotidianas, en lugar de abordar directamente la cuestión de la VCM. Los estudios multinacionales han demostrado que las iniciativas de largo plazo para lograr una mayor igualdad entre mujeres y hombres son fundamentales para reducir el riesgo de que las mujeres experimenten abusos y poner fin a la VCM (OMS, 2009. Promoting Gender Equality to Prevent Violence against Women).
Si las supervivientes disponen de servicios de protección y apoyo, también es fundamental que los organizadores de campañas establezcan vínculos y coordinen actividades con las organizaciones que prestan dichos servicios, por ejemplo centros de orientación, refugios para mujeres, la policía y funcionarios judiciales capacitados para abordar cuestiones relacionadas con la VCM. Mantenga una lista actualizada de direcciones y números telefónicos a los que pueda remitirse a las supervivientes e intercambie información regularmente con los proveedores de servicios a medida que avanza la campaña.
Asesoramiento práctico – la prueba de las tres A:
Verifique si el apoyo que las supervivientes pueden obtener de los proveedores de servicios establecidos es accesible, asequible y aceptable (las tres A). Mantenga listas de proveedores de servicios apropiados (que cumplen las tres A) que incluyan sus datos de contacto, y actualícelas y distribúyalas regularmente entre los participantes en la campaña. Es importante no divulgar las direcciones de los refugios de mujeres, que son de carácter reservado por razones de seguridad; únicamente deben incluirse en la lista los números de teléfono o los correos electrónicos públicos.
Deben respetarse las normas más elevadas de seguridad al trabajar con niñas. Se entiende por “niña” todo ser humano de sexo femenino menor de 18 años de edad, según la definición de la Convención sobre los Derechos del Niño.
La violencia contra las niñas es un problema grave. En todo el mundo, hasta el 50% de las agresiones sexuales se cometen contra niñas menores de 16 años (Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), 2003). Unos 150 millones de niñas menores de 18 años sufrieron alguna forma de violencia sexual en 2002 únicamente (OMS, 2004). La primera experiencia sexual de aproximadamente el 30% de las mujeres fue forzada (OMS, 2005). El porcentaje es aun mayor entre las niñas menores de 15 años en el momento de su iniciación sexual: hasta el 45% informó de que dicha experiencia fue forzada. Las niñas también pueden ser objeto de alguna forma de violencia en una cita y ser víctimas de abuso en la escuela o camino de esta. Otras prácticas nocivas contra las niñas incluyen la mutilación y la ablación genital femenina, de la que son objeto de dos a tres millones anualmente, y el matrimonio en la infancia, que afecta a más de 50 millones de niñas (UNICEF, 2006).
Aunque muchas campañas para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas (VCM) no establecen una diferencia explícita entre la VCM que afecta a las mujeres adultas y la VCM perpetrada contra las niñas, es fundamental recordar las cuestiones siguientes que se aplican específicamente a la violencia contra las niñas. Hacer caso omiso de estas cuestiones podría causar daño.
- Proteger a las niñas puede ser problemático si el autor de la violencia es un miembro de la familia o del hogar. Debe ejercerse la máxima prudencia al impulsar la participación de niñas cuando se requiere el permiso del progenitor o tutor legal.
- Tal vez los servicios no estén adaptados a los jóvenes. Si las niñas son un grupo destinatario de la campaña, los defensores deberían garantizar la disponibilidad de servicios específicos o dirigidos a este grupo de edad.
- Los mensajes de la campaña no deberían asignar la culpa o la carga de la protección a las niñas. Por ejemplo, la emisión de mensajes en que se insinúa que las niñas podrían ser victimizadas si se ponen determinado tipo de ropa o pasan por determinados lugares.
- Las campañas que tienen por objeto aumentar la seguridad de las niñas deberían concebirse de manera que se empodere a las niñas, teniendo presente que dichas campañas podrían llevar a vigilar a las niñas más estrechamente que a los niños, lo cual acentuaría el sentido de impotencia de las niñas (Betron y Dogget, 2006. Linking Gender-Based Violence Research to Practice in East, Central and Southern Africa...).
Herramientas:
Ethical Approaches to Gathering Information from Children and Adolescents in International Settings (Enfoques éticos para la reunión de información de niños y adolescentes en entornos internacionales) (Programa Horizons del Consejo de Población y Proyecto Impact de Family Health International, 2005). Disponible en inglés.
So you want to involve children in research? A toolkit supporting children’s meaningful and ethical participation in research relating to violence against children (¿Quiere que los niños participan en investigaciones? Guía práctica para ayudar a los niños a participar en forma significativa y ética en la investigación relativa a la violencia contra los niños) (Save the Children, 2004). Disponible en inglés.