Las mujeres y las niñas padecen situaciones de violencia que son diferentes a las que sufren los hombres. La violencia ejercida contra mujeres y niñas por razón de género es una de las peores discriminaciones que estas sufren. Esta discriminación es consecuencia de una cultura patriarcal basada en relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres. Las mujeres y niñas son acosadas sexualmente en las calles, parques y plazas, en las escuelas, en el trabajo, y cuando usan transporte público. Las mujeres y niñas también están continuamente expuestas al abuso y violaciones en todo tipo de entorno. La omnipresente violencia hacia las mujeres y niñas se suma al temor de éstas de ser víctimas de delitos como robo y otro tipo de agresiones. Por ejemplo, en Montreal, Canadá, una encuesta en 2000 reveló que alrededor del 60% de las mujeres tienen miedo de caminar solas en sus barrios de noche, en contraposición de sólo el 17% de los hombres. (Michaud, 2003). En Argentina en 2002, el 83% de las víctimas (7.742) de todos los crímenes denunciados contra la integridad sexual y el honor (violaciones, delitos contra el honor, otros delitos contra la integridad sexual), fueron mujeres (CISCSA, 2005). El abuso sexual es la principal causa de miedo entre las mujeres en las ciudades. Como resultado de este hecho, los estudios reflejan que las mujeres cambian sus rutinas con más frecuencia que los hombres. Por ejemplo, las mujeres tienden a dejar de salir solas cuando anochece, mientras que los hombres no. Por lo tanto, las mujeres y las niñas sienten y perciben la seguridad e inseguridad de forma diferente que los hombres y los niños.
Si las ciudades y comunidades se vuelven más seguras para mujeres y niñas, se puede ampliar su participación social, económica, cultural y política total como ciudadanos iguales. Las ciudades y comunidades que son seguras y están libres de violencia hacia la mujer, ayudan a crear igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Cuando son más seguros y cómodos, los espacios públicos ofrecen un sinnúmero de posibilidades para la participación de mujeres y niñas en las áreas de trabajo, educación, política y recreación. La construcción de ciudades y comunidades seguras para mujeres y niñas depende de la eliminación de la violencia e inseguridad que impiden que las mujeres y niñas usen los espacios públicos libremente, como ciudadanas con igualdad de derechos humanos de oportunidad y seguridad.
La inseguridad y la percepción de inseguridad impiden que las mujeres y niñas puedan usar y disfrutar completamente la ciudad y conduce a la existencia de prejuicios injustos sobre las mujeres. Cuando las mujeres y niñas perciben que el entorno es peligroso, se ven limitadas en el uso y disfrute de los espacios públicos porque evitan los lugares donde se sienten inseguras. (Viswanath y Mehrotra, 2007). Como resultado, las calles, plazas, parques y barrios son usados con más frecuencia por los hombres y niños que por las mujeres y niñas. Este hecho contribuye a prejuicios injustos que las mujeres y niñas siempre deben tener miedo, y son tratadas como “débiles”, “desvalidas”, y “vulnerables”. Esto hace que las mujeres y niñas sean víctimas del miedo, además de víctimas de violencia (Falú, 2007). A pesar de numerosos protocolos, políticas y una mayor conciencia a nivel mundial sobre la violencia hacia la mujer y las niñas, estas formas de violencia y sus efectos permanecen subestimados y los gobiernos y la sociedad civil no los toman en cuenta lo suficiente. También, hasta ahora, la violencia hacia la mujer generalmente no es considerada un componente de la violencia urbana. Esto significa que los programas que son diseñados para erradicar la violencia urbana no abarcan la violencia hacia la mujer.
Cuando se previenen o disminuyen las causas originadoras de la violencia, también pueden prevenirse o eliminarse los problemas relacionados, y las ciudades pueden ser más seguras para todos. Los efectos positivos de las ciudades seguras y los programas comunitarios incluyen:
- Mejor reconocimiento de los derechos de las mujeres y niñas
- Mayor independencia de las mujeres
- Mayor participación de las mujeres en la vida democrática
- La difusión del reconocimiento que las relaciones de poder desiguales, entre hombres y mujeres, son una de las principales causas y consecuencias de la violencia contra las mujeres.
- La difusión del reconocimiento que la violencia contra la mujer es un obstáculo para el desarrollo de ciudades y comunidades.
- Mayor conocimiento público de cómo la violencia en los espacios públicos y la violencia en la esfera privada están conectados.
- La difusión de conocimiento y la evaluación del impacto de la violencia hacia las mujeres y las niñas en las ciudades, incluyendo su costo económico. Por ejemplo, cada año, las ciudades gastan millones de dólares en fuerzas policiales, servicios de salud y otros servicios para las víctimas, relacionados con las experiencias de las mujeres y el temor a la violencia en los espacios públicos.
- Considerar las diferentes necesidades de otros grupos marginados, tales como poblaciones indígenas, emigrantes, comunidades étnico-culturales, mujeres con discapacidades, niñas adolescentes, adultos mayores, y otros.