¿Por qué constituyen los programas integrados una estrategia prometedora para abordar la violencia contra la mujer con la participación de hombres y niños?
Los programas son más eficaces cuando abordan múltiples factores de la violencia por medio de estrategias integradas.
El modelo usado de forma más generalizada para comprender la violencia es el modelo ecológico, que propugna que la violencia es el resultado de factores de riesgo y de protección que actúan en cuatro niveles: el de las personas, el de las relaciones, el de la comunidad y el de la sociedad (Heise y otros, 1999). El marco ecológico se basa en que las personas son parte de la trama de las relaciones con sus familiares y pares, que a su vez son parte de la trama de estructuras formales e informales de su comunidad, que forman parte de la trama más amplia de la sociedad (Valle y otros, 2007). Los factores de riesgo están relacionados con una mayor probabilidad de violencia, en tanto que los factores de protección están vinculados con una menor probabilidad de violencia.
Los estudios indican que los factores personales, por ejemplo haber sido testigo u objeto de violencia en la infancia (Black y otros, 1999) o el consumo de alcohol (Parry y otros, 1996; Kyriacou y otros, 1998), están relacionados con la violencia dentro de la pareja. A nivel de la comunidad, las pruebas indican que las tasas de violencia contra la mujer son más elevadas en entornos en que las normas sociales suponen la desigualdad de género, en que las comunidades no castigan a los hombres que utilizan la violencia física o sexual contra la mujer y en que la violencia contra la mujer se considera normal o justificada (Counts y otros, 1999). Frecuentemente, las normas sociales alientan la idea de que la violencia familiar es un asunto privado en que no deberían intervenir las personas ajenas a la familia y de que la víctima debe sentir vergüenza por la violencia sexual, que es una prerrogativa del hombre y que la mujer tiene la culpa.
En consecuencia, los programas que abordan factores en niveles múltiples del modelo ecológico parecen ser más eficaces para tratar la cuestión de la violencia. Aunque podría no ser factible que un solo programa abordara todos los factores que pueden contribuir a la violencia o a la protección contra esta, un programa podría centrarse en la reducción de uno o más factores de riesgo o en la promoción de uno o más factores de protección (Valle y otros, 2007). A la larga, la concepción del programa se basará en la teoría del programa sobre las causas de la violencia en un contexto determinado y, en última instancia, la forma en que puede prevenirse el comportamiento violento.
Las campañas en los medios de difusión, por ejemplo, pueden alentar a las personas a hablar sobre cuestiones concretas, incluida la violencia contra la mujer, aunque otras intervenciones complementarias conexas, como campañas basadas en la comunidad, educación en grupo, asesoramiento, conversaciones individuales y el establecimiento de normas y la formación de proveedores de servicios fundamentales en distintos sectores, suelen ser necesarias para lograr cambios de comportamiento medibles y sostenibles. Por consiguiente, es importante utilizar distintos medios y herramientas de comunicación, en combinación con actividades de comunicación interpersonal, como educación en grupo y/o asesoramiento individual, al trabajar con niños y hombres para cambiar las normas de género (OMS, 2007).
Ejemplos de iniciativas que han utilizado un enfoque integrado para impulsar la participación de hombres y niños a fin de abordar el problema de la violencia contra la mujer
Somos Diferentes, Somos Iguales (Puntos de Encuentro, Nicaragua) Esta iniciativa combina una serie de enfoques dirigidos a varones adolescentes y hombres jóvenes sobre relaciones sanas, el VIH y el SIDA y la violencia basada en el género. Entre los componentes de la estrategia multimedia figuran: Esta iniciativa es una de las pocas centradas en el cambio social y la prevención que se ha evaluado rigurosamente. Un estudio longitudinal realizado con varones y niñas de 13 a 24 años de edad (en el momento de tomarse los parámetros de referencia) indicó que, después de la intervención, habían aumentado los conocimientos de los participantes acerca de dónde encontrar información y servicios sobre la violencia y que era probable que más personas afirmaran que “un hombre nunca tiene derecho a pegarle a su mujer”. Vea el estudio de caso y el evaluación.
Programa H (Instituto Promundo, Brasil) Esta iniciativa consta de tres componentes integrados, a saber: En sitios en que se expuso a hombres jóvenes a talleres de educación semanales y a una campaña de comercialización social, estos mejoraron su actitud respecto de la violencia contra la mujer y otras situaciones. Vea el estudio de caso y la evaluación.
Hombres como Compañeros (EngenderHealth, Sudáfrica y otros países) Esta iniciativa comenzó en 1998 con el objetivo de abordar tanto la situación de la violencia basada en el género como el VIH y el SIDA en Sudáfrica. Procura crear una sociedad en que hombres y mujeres puedan mantener relaciones equitativas, saludables y felices que contribuyan al desarrollo de una sociedad justa y democrática. La Red de Hombres como Compañeros trabaja en pos de este objetivo alentando a los hombres a: A fin de lograr cambios en todos los niveles de la sociedad, la Red utiliza las siguientes estrategias: Una evaluación cuantitativa de personas de 18 a 74 años de edad reveló cambios de actitud en materia de violencia sexual entre los participantes después de la intervención. Se registró un aumento en el número de hombres que estuvieron en desacuerdo o muy en desacuerdo con las afirmaciones siguientes: “a veces cuando una mujer dice que no quiere mantener relaciones sexuales, no lo dice en serio” y “las mujeres que se visten de manera provocativa desean ser violadas”. Vea el estudio de caso y la evaluación.
Sonke Gender Justice (Sudáfrica) Sonke reconoce que cambiar creencias profundamente arraigadas sobre los roles y relaciones de género exige estrategias multifacéticas amplias y la participación de activistas y profesionales de diversos sectores; y que para lograr cambios sostenidos exige abordar las distintas fuerzas que influyen sobre las actitudes individuales y las normas y prácticas comunitarias, incluidas las tradiciones y culturas, las políticas, leyes e instituciones gubernamentales, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de difusión y las familias, así como las presiones económicas, políticas y sociales que determinan y refuerzan esas actitudes, normas y prácticas. Sonke está consciente de que las respuestas eficaces a la violencia basada en el género y el VIH y el SIDA requieren organizaciones que establezcan relaciones con asociados no tradicionales. Con esa finalidad, Sonke colabora estrechamente con diversas organizaciones e individuos, como organizaciones de derechos de la mujer, movimientos sociales, sindicatos, departamentos gubernamentales, asociaciones deportivas, organizaciones religiosas, medios de difusión, dependencias universitarias de investigación y defensores de los derechos humanos. Sonke utiliza una amplia gama de estrategias de cambio social para promover la igualdad de género y fomentar relaciones y sociedades sanas, entre ellas las siguientes: Para más información sobre Sonke Gender Justice consulte el sitio web.
Recursos para llevar a cabo iniciativas integradas
Movilización comunal para prevenir la violencia doméstica (Raising Voices, Uganda)
Los capítulos 4 y 5 brindan orientación sobre la forma de integrar las iniciativas y reunir a los distintos grupos de interés que han llevado a cabo actividades aisladamente. El manual esta disponible en inglés