Los extranjeros que van a ciertos lugares a entrevistar a mujeres y niñas pueden levantar sospechas. En los contextos de los campos de refugiados y desplazados internos, las condiciones de hacinamiento y la falta de privacidad pueden complicar la garantía de privacidad y hablar de temas sensibles como la violencia. El gobierno o las partes de un conflicto armado pueden interesarse por la investigación. Pueden estar interesados en influir sobre las conclusiones de un estudio para que los resultados parezcan positivos o puede que quieran recopilar información privilegiada sobre las víctimas de violencia. Para minimizar las sospechas externas y reducir los riesgos de incumplimiento de la confidencialidad, los equipos de recopilación de datos deben tener en cuenta las siguientes opciones:
- Realizar entrevistas en privado y en lugares seguros, con actividades alternativas preparadas en caso de que interrumpan la entrevista. Como puede ser algo especialmente difícil en el marco de los campos, se deben planear de antemano ubicaciones privadas para las entrevistas. Plantearse que las participantes acudan a una ubicación privada y central como una clínica de salud, un centro comunitario, un club de mujeres... en lugar de acudir a hogares abarrotados en el contexto de los campos.
- Entrevistar solo a una mujer en cada núcleo familiar.
- Formar a los entrevistadores para cambiar el tema de la conversación en caso de que sean interrumpidos o usar un cuestionario falso con preguntas que no sean delicadas en caso de que alguien entre en la sala e intente escuchar.
- Si las condiciones lo permiten, considerar el uso de cuestionarios autoadministrados (un cuestionario asistido por audio o una tablet en la que se puedan conectar auriculares para evitar que otros escuchen las preguntas y en el que se puedan usar formas con códigos de colores para responder «sí» o «no» y así minimizar las barreras a la participación debido al analfabetismo).