- Resulta imposible establecer soluciones que se puedan aplicar en todo el mundo para incrementar la seguridad en la comunidad mediante la interrupción de la violencia provocada por la proliferación y el uso indebido de armas. No obstante, la experiencia indica que existen algunos principios que pueden servir de guía.
- El análisis detallado y la comprensión de la comunidad y su gobierno resultan esenciales para identificar las principales causas de la violencia contra las mujeres en la comunidad y la proliferación y el uso indebido de armas. El estudio debe reunir a todas las partes implicadas, especialmente a quienes ostenten el poder. Se debe estudiar la situación de manera general, lo que implica abordar todas las cuestiones relativas a los derechos humanos, incluidos los derechos civiles y políticos (como la participación de las mujeres en la vida pública, la violencia policial y la impunidad de los agresores) y los derechos sociales, económicos y culturales (como el acceso a la educación, la pobreza y el desempleo). Se deben tener en cuenta las alternativas al uso de las armas para promover la subsistencia.
- En casos de violencia contra la mujer, hay que incluir cuestiones sobre la disponibilidad de armas pequeñas, por ejemplo, si el agresor tiene acceso a un arma de fuego. Hay que encontrar la forma de realizar las preguntas discretamente y de adaptar las respuestas. Si existe un arma, las necesidades de protección de la mujer serán diferentes. Se debe hacer un seguimiento de estos casos e incluir preguntas sobre armas pequeñas en la recopilación de datos sobre la violencia contra las mujeres.
- Es primordial contar con el compromiso sincero de la comunidad. Es la población quien debe impulsar estas iniciativas para garantizar la pertinencia de estas y la participación, responsabilidad y comprensión por parte de todos. Los representantes políticos y de las fuerzas del orden deben ser representativos y responsables frente a la comunidad en su conjunto.
- A esto hay que añadir las necesidades, perspectivas y aptitudes de todos los miembros de la comunidad. Esto incluye a hombres, mujeres, niños, niñas, personas ancianas, personas con discapacidades y personas de todas las etnias y religiones. Por ejemplo, los excombatientes y miembros pertenecientes a bandas de diferentes bandos pueden tener mucho en común y actuar de manera que se produzca un cambio en la concienciación sobre la discriminación, la violencia de género y la cultura de las armas. Las mujeres y las organizaciones de mujeres deben hacer frente a la discriminación y tener la misma voz e influencia que los hombres en todas las iniciativas que se lleven a cabo en la comunidad. Hay que encontrar el modo de ofrecer fuentes alternativas de afirmación de la identidad, propósito, grupos de apoyo y seguridad para los jóvenes, tanto chicos como chicas.
- La colaboración entre los gobiernos y la sociedad civil es fundamental. La sociedad civil resulta esencial para lograr el cambio, pero el cambio sostenible en las prácticas y en las políticas comunitarias exige también el compromiso gubernamental. Los gobiernos pueden convertirse en grandes aliados para apoyar, consolidar y sostener las reformas, pero la sociedad civil debe prestar atención para evitar la cooptación y otros alicientes que conduzcan a unas políticas gubernamentales inadecuadas. El correcto flujo de la información es fundamental para asegurar una cooperación eficaz.
- Hay que formar al personal de seguridad, guardias, policías y militares para que se tomen en serio los derechos humanos y la violencia contra las mujeres. Se deben cambiar los métodos de formación y de contratación.
Recursos adicionales:
Kit informativo sobre la mujer y la violencia armada (IANSA)
Sitios web:
Desarmar la Violencia Doméstica
Boletín de la campaña “Desarmar la Violencia Doméstica”