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Educación

Última editado: July 03, 2013

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  • La asistencia escolar puede representar un factor de riesgo para muchas niñas en cualquier contexto, incluidos los contextos de conflicto. Debido a la escasez de mecanismos de protección provocada por el conflicto, las niñas se exponen a un mayor riesgo a sufrir acoso y agresiones en su camino hacia y desde la escuela. Incluso los profesores con menor vocación pueden aprovecharse de su posición para explotar sexualmente a las niñas y la falta de personal de control incrementa el riesgo de sufrir agresiones en las instalaciones escolares. Asimismo, la extrema pobreza a la que se ven expuestas las poblaciones más desfavorecidas puede provocar que las niñas se vean forzadas a mantener sexo transaccional o relaciones de explotación para pagar las matrículas escolares (Equipo de Tareas sobre género de la INEE, 2006). Las niñas también se enfrentan a mayores barreras a la hora de acceder a la educación en contextos de conflicto, lo que, a su vez, limita las probabilidades de que puedan lograr mayor importancia en el contexto socioeconómico (Mooney y French, 2005).
  • No obstante, aquellos programas educativos que se apliquen prudentemente pueden reducir, en muchos aspectos, el riesgo de violencia sexual contra las niñas:
    • La educación representa una fuente de gran valor para las futuras oportunidades económicas: ayuda a las niñas a superar la opresión por cuestiones de género, les da fuerza y les proporciona conocimientos y aptitudes.
    • La escuela puede actuar como un centro seguro y de apoyo constante para las niñas. Al estar escolarizadas, son menos propensas a sufrir cualquier tipo de explotación a cambio de dinero o a verse obligadas a casarse a muy corta edad.
    • La escuela también representa un lugar donde se pueden estudiar y modificar las normas culturales para fomentar la igualdad de género y prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas (Oxfam GB y Kafa, 2011). Los niños pueden aprender valiosas lecciones que les ayudarán en el día a día a mejorar la relación con los demás, a entender los riesgos de las relaciones sexuales, el VIH/SIDA y a resolver conflictos (IASC, 2005).
  • Asimismo, las situaciones de crisis pueden ofrecer una buena oportunidad para introducir nociones de igualdad de género que, a la larga, puedan calar mejor y más a largo plazo en el sistema educativo para fomentar la igualdad de mujeres y niñas y reducir la tolerancia y comisión de agresiones (IASC, 2006).

a. Consideraciones fundamentales para el sector educativo 

  • Asimismo, en el sector educativo se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1.    Modificar las normas culturales para fomentar la igualdad de género. La creación de un plan de estudios más sensible a la igualdad de género y proporcionar al profesorado formación sobre género son factores claves para iniciar un cambio en la manera de concebir las normas impuestas por causas de género y en el uso de la violencia. Algunas de las estrategias que se pueden utilizar son:

  • el empleo de una gran variedad de métodos educativos y enfoques no tradicionales en la enseñanza de niñas y niños;
  • crear y fomentar diversas formas no violentas de expresar la masculinidad, como la resolución de conflictos mediante la palabra y no mediante la fuerza física o la forma de identificar y mostrar diversas emociones;
  • fomentar otras formas de expresar la feminidad, como la reafirmación personal (Oxfam GB y KAFA, 2011);
  • prevenir la violencia de igual a igual mediante la ampliación de los planes de estudio para evaluar y fomentar la gestión de conflictos, los derechos de las mujeres y niños, el respeto, la educación para la paz y la tolerancia y para organizar grupos de debate con niños y niñas, tanto juntos como separados, para fomentar unas relaciones más sanas y con un punto de vista diferente sobre la violencia de género (ACNUR, 2007b).

Para conocer más ejemplos del trabajo realizado junto con las mujeres y niños de Darfur, véase Don’t Forget Us: The Education and Gender-Based Violence Protection Needs of Adolescent Girls from Darfur in Chad. Comisión de Mujeres y Niños Refugiados, 2005b. Nueva York: WRC.

2.   Incluir los temas de violencia de género en la formación del profesorado, así como de los niños y niñas en todos los ámbitos educativos (IASC, 2006). 

3.    Establecer mecanismos de prevención y respuesta ante casos de abuso y explotación sexual en ámbitos educativos (IASC, 2006). 

4.    Hacer promoción. Promover políticas gubernamentales nacionales que fomenten el libre acceso a la educación primaria, así como establecer normas claras que prohíban y penalicen la explotación y la violencia. Promover el reconocimiento de las escuelas para personas refugiadas o internamente desplazadas como escuelas oficiales y que dispongan de autorización para ofrecer los mismos servicios y dispongan de la misma gestión de la seguridad por parte de las autoridades gubernamentales (ACNUR, 2007b).

5.   Supervisión y evaluación. Incrementar la capacidad de las autoridades locales y legislativas para supervisar al personal y profesorado escolar, ampliar el plan de estudios y asegurar que se ponen en práctica las medidas de seguridad necesarias y que se aplican los códigos de conducta establecidos. Fomentar y, si es necesario, ayudar a crear estructuras comunitarias, como comités educativos. Promover la participación de mujeres y niñas en la supervisión activa de la seguridad escolar (ACNUR, 2007b).

 

Ejemplo: Un informe del ACNUR/Save the Children del Reino Unido (2002) llamó la atención sobre el hecho generalizado de explotar sexualmente a las niñas, por parte de los profesores varones, a cambio de buenas calificaciones u otros privilegios escolares. Para desarrollar entornos educativos más seguros para las niñas, se estableció una estrategia para contratar a más profesoras en las escuelas. No obstante, esta estrategia no resultó sencilla a corto plazo debido a las pocas mujeres refugiadas o de la localidad que disponían de un nivel de estudios adecuado, de tiempo, de apoyo familiar y de recursos necesarios para convertirse en profesoras. Las mujeres con mayor nivel de educación se contrataron para otros puestos mejor pagados en las Naciones Unidas, en las ONG o en otros organismos presentes en los campamentos. A otras les resultó imposible abandonar sus tareas familiares, especialmente a las madres solteras. Por ello, el Comité Internacional de Rescate inició el programa de Ayudantes Educativos en Guinea en 2002 y, poco después, lo adoptó el Comité Internacional de Rescate de Sierra Leona en sus programas educativos para los refugiados de Liberia.

Los requisitos de acceso para convertirse en Ayudante Educativo son flexibles (educación secundaria), por lo que el puesto está abierto a un gran número de mujeres refugiadas. Las mujeres seleccionadas participan en un taller formativo de corta duración (de 2 a 5 días) que incluye la planificación de lecciones, la enseñanza en grupo, el seguimiento de la educación de las niñas, la asistencia y la redacción de informes. El taller abarca además otras cuestiones como los derechos y protección de los niños, la prevención del abuso y la explotación sexuales y ofrece pautas para fomentar la comunicación y el asesoramiento por parte de las profesoras. Tras realizar el taller, los ayudantes se ocupan de las clases de primaria y se espera de ellos que estén, a diario, todo el tiempo en clase con los alumnos. A menudo reciben la visita de los supervisores del Comité Internacional de Rescate, a quienes deben presentar los informes mensuales con la asistencia y actividades detalladas de las niñas y de las visitas a sus domicilios.

Los Ayudantes Educativos tienen la obligación específica de mitigar el abuso y la explotación de los alumnos, pero el programa se ha diseñado además para proporcionar un entorno educativo más propicio y cómodo para las niñas y para ayudar a mejorar la calidad de la enseñanza de todos los alumnos. Unas de las funciones principales de los Ayudantes Educativos es la de recoger y custodiar las calificaciones escolares de los profesores. De este modo, los estudiantes no tratan directamente sus calificaciones con el profesor, lo que ayuda a prevenir situaciones de manipulación y los casos de favores sexuales a cambio de unas buenas calificaciones. Asimismo, los ayudantes supervisan la asistencia y realizan visitas a domicilio para efectuar el seguimiento de las faltas y ausencias. Ayudan a las niñas con los estudios, fomentan las actividades educativas saludables y se involucran en actividades sociales como labores, juegos y deportes.

Para muchos de los Ayudantes Educativos, el trabajo significa una buena oportunidad para seguir formándose; se les anima a participar en clases nocturnas para completar sus estudios secundarios, a participar en talleres formativos para el profesorado y, finalmente, a convertirse ellos mismos en profesores.

Fuente: adaptado del Equipo de Tareas sobre género de la INEE, 2006, Preventing and Responding to Gender Based Violence In and Through Education . Red Interinstitucional para la educación en situaciones de emergencia.

 

Herramientas adicionales:

La guía de Buenas Prácticas Educativas de Raising Voices en Uganda contiene un conjunto de ideas y herramientas que pueden ayudar a los educadores a conocer el nivel de una escuela y guiarles a través de un proceso que les ayudará a crear una. Esta guía se desarrolló con la ayuda de las escuelas de Uganda y se centra en las ideas y actividades que no precisan de recursos económicos específicos, tan sólo de compromiso y perseverancia. La guía de Buenas Prácticas Educativas está formado por cuatro objetivos relacionados entre sí y dirigidos al desarrollo de la visión colectiva, a la creación de un entorno educativo, a la puesta en práctica de una metodología de aprendizaje más progresiva y a la gestión de la escuela. Estos objetivos son:

  • crear una visión colectiva de lo que es constituye una buena escuela e identificar los conocimientos y aptitudes necesarios para establecerla;
  • crear un entorno física y psicológicamente saludable en el que se pueda llevar a cabo, de manera eficiente, la enseñanza;
  • desarrollar una metodología de enseñanza que ayude a los profesores a enseñar y a los alumnos a aprender;
  • desarrollar unas políticas justas y respetuosas que sirvan de directrices para la conducta y las acciones de la escuela. Para más información, descárguese la guía[LPM1] .

Para manuales de formación para los alumnos, profesores y prevenir la violencia contra las niñas en la escuela, véase: USAID, 2009. Resumen Doorways, Doorways 1, Doorways 2 y Doorways 3.

Para una lista de control que asegure un programa de igualdad de género en el sector educativo, véase la página 54 del Manual sobre cuestiones de género en la acción humanitaria, Comité permanente entre organismos, 2006.

Para más información sobre la estructura de los códigos de conducta de las escuelas para refugiados y ejemplos, véase el Anexo 1 de Safe Schools and Learning Environment: How to Prevent and Respond to Violence in Refugee Schools, ACNUR, 2007b.

Para una guía breve sobre los pasos y acciones claves para tratar la violencia de género en el sector educativo, véase el Anexo 3 de Safe Schools and Learning Environment: How to Prevent and Respond to Violence in Refugee Schools, ACNUR, 2007b.

Para materiales especiales y recomendaciones del ACNUR sobre cómo prevenir y responder en casos de violencia contra las mujeres y las niñas en las escuelas para refugiados, véase Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 2007b. Safe Schools and Learning Environment: How to Prevent and Respond to Violence in Refugee Schools. Ginebra: Sección de Apoyo Técnico, División de Apoyo Operacional, ACNUR.