Las mujeres y niñas pueden sufrir los efectos del trauma por haber sido testigos o víctimas de acontecimientos que amenazaron o que ellas percibieron como una amenaza de sufrir lesiones graves o su propia muerte (por ejemplo, un acontecimiento que provoca la muerte o lesiona gravemente a otra persona, enterarse de una muerte inesperada o violenta, la amenaza de muerte o daño grave a una persona importante en sus vidas). Los efectos del trauma, similares a la crisis, son generados por tener un miedo intenso, terror o sentirse indefensa ante cualquiera de esos eventos. Aunque esto puede suceder directamente después de un incidente y puede ser tratado durante la intervención en crisis, también puede ser desencadenado por diferentes acontecimientos y suceder en cualquier momento durante el proceso de superar el maltrato.
La manifestación física del trauma se desarrolla cuando un acontecimiento o experiencia es abrumadora para los mecanismos de afrontamiento normales de una persona. En estas situaciones, el cerebro envía una señal al cuerpo para que se ponga en alerta y en respuesta suceden diversos cambios psicológicos en el cuerpo (por ejemplo, incremento de la frecuencia cardiaca o la presión sanguínea, dilatación de los ojos, respiración superficial, tensión muscular, rubor en la piel, descarga de adrenalina, etc.).
Los cambios psicológicos y fisiológicos combinados tienen como resultado estar híperalerta, cambios en el cerebro, entumecimiento y un estado mental alterado. El sistema nervioso se sensibiliza, incrementando la vulnerabilidad a futuros estresores. Las mujeres pueden sufrir diversos estados emocionales dolorosos, pesadillas, etc.
Las consecuencias comunes del trauma en las mujeres que han sufrido abuso incluyen respuestas físicas: depresión, problemas de memoria, pesadillas, dificultades para dormir, ansiedad, ataques de pánico; respuestas cognitivas: baja autoestima, temor abrumador, sentimientos de desprecio hacia sí misma, estar fuera de control, paralizada o hípervigilante. El trauma también puede afectar las emociones y comportamientos de la mujer, influyendo en sus relaciones con las demás personas. Entre otras reacciones, las mujeres pueden responder al trauma:
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Mediante la reclusión (por ejemplo, aislamiento de los demás, disociación (desconectándose de sus cuerpos), depresión y/o ansiedad).
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Con conductas auto-destructivas (por ejemplo, consumo de sustancias adictivas, desórdenes alimenticios, lesiones autoinfligidas y pensamientos o comportamiento suicidas).
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Con conductas destructivas (por ejemplo, agresión, violencia y exabruptos).