- A fin de establecer los mejores puntos de ingreso y estrategias para abordar la cuestión en el plano nacional y/o local, deberían realizarse investigaciones formativas o análisis de la situación para comprender mejor el contexto en que se ejecutará un programa. Una evaluación amplia de la situación actual respecto del alcance (prevalencia e incidencia) y las formas de violencia y de las respuestas de seguridad a esa violencia (tanto a nivel jurídico y normativo, como operativo), entre otros factores, puede contribuir considerablemente a la identificación de las oportunidades y los riesgos de trabajar con el sector en su totalidad y con instituciones o actores concretos en particular, y es decisiva para planificar y diseñar intervenciones eficaces.
- Hay distintos tipos de herramientas de evaluación que pueden usarse para realizar análisis de la situación. Pueden utilizarse por sí solas o en combinación, según el tipo de información que se necesite reunir. Los cuatro tipos de evaluación importantes son los siguientes:
- Análisis de la situación
- Análisis de los interesados
- Análisis de fuerzas, debilidades, oportunidades y amenazas (análisis SWOT)
- Evaluación de las necesidades
- Véanse otras herramientas para la realización de análisis de la situación.
- Las investigaciones pueden ser cualitativas y cuantitativas y deberían combinar ambos enfoques, siempre que sea posible, para dar una variedad de perspectivas y permitir que las conclusiones se triangulen y sean más firmes.
- Los análisis de la situación deberían valerse de las investigaciones y la documentación existentes (como estudios sobre prevalencia basados en la población, costos y consecuencias de la violencia y encuestas sobre la delincuencia); y gran parte del análisis inicial puede ser documental. Si los registros policiales y sobre delincuencia son públicos, estos también pueden suministrar abundante información.
- La recolección de datos debería ser lo más participativa posible para obtener una perspectiva multifacética de la cuestión. Si se dispone de datos limitados y se requieren más investigaciones primarias, el proceso debería incluir entrevistas individuales y debates de grupos de reflexión con interesados fundamentales, incluidos supervivientes y personal o directivos de los ministerios de defensa y del interior o de instituciones policiales, proveedores de servicios, promotores, organizaciones de la sociedad civil y autores de violencia, entre otros actores. Las precepciones y experiencias de los interesados y del nivel de efectividad de las instituciones y el personal para abordar la cuestión son importantes para comprehender cómo generar eficazmente los cambios necesarios.
- Al formular preguntas sobre temas íntimos como la violencia doméstica y/o sexual, las entrevistas con las supervivientes siempre deberían seguir pautas éticas (Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (CAD/OCDE), 2007).
¿Quién debe realizar las investigaciones formativas?
- Las evaluaciones realizadas para que sirvan de base al diseño de iniciativas sobre la violencia de género en que participan la policía o el sector de la seguridad suelen ser realizadas por organizaciones no gubernamentales, donantes, órganos de investigación o consultores independientes. En general se consulta a las instituciones de seguridad y sus directivos como parte del proceso, cuando procede; y distintos funcionarios pueden formar parte del equipo de evaluación (aunque tradicionalmente no han realizado estas evaluaciones por sí solos).
- Los equipos de evaluación deberían incluir tanto a mujeres como a hombres, y estar integrados por:
- Expertos nacionales o internacionales que tengan conocimientos específicos sobre la violencia contra la mujer y el sector de la seguridad. En la medida de lo posible, deberían tener experiencia en la realización de evaluaciones de programas o de cuestiones específicas. Los expertos internacionales también pueden aportar comparaciones e ideas de otros entornos nacionales (CAD/OCDE, 2007).
- Expertos nacionales que tengan una comprensión profunda de las funciones y prácticas de la policía (y los militares cuando proceda) en relación con la violencia de género, y que tengan las competencias de comunicación y facilitación para celebrar consultas con una amplia gama de interesados estatales y de la sociedad civil de zonas tanto rurales como urbanas, de diferentes extracciones étnicas, nacionales o religiosas.
- De ser necesario, traductores para asegurar la participación de los grupos que hablan solo idiomas locales, considerando la posibilidad de contratar traductoras al hablar sobre la cuestión con las supervivientes.
- Personal de seguridad que tenga conocimientos sobre las cuestiones de género e, idealmente, responsabilidades relacionadas con el tratamiento de la violencia. El personal masculino puede contribuir especialmente a fortalecer las alianzas con hombres de instituciones de seguridad, lo que resulta esencial para garantizar el éxito de una iniciativa (CAD/OCDE, 2009).